TEMA NUEVO 2014


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domingo, 22 de junio de 2014

Breves líneas para un condiscípulo de Simón Bolívar, José Luis Ramos


Casi estoy sin decir que sin fábula no hay poesía, no porque constituya su esencia, sino porque es imposible hablar a la imaginación sin emplear el lenguaje de los antiguos mitos” decía el insigne José Luis Ramos, epónimo del Liceo Nacional y de su biblioteca, localizados en el sector Las Acacias en Maracay, Edo. Aragua, donde el Licenciado Jorge H. Ríos R, Presidente de la Asociación Nacional de Bibliotecarios, Archivistas y afines del Edo. Aragua (ANBAA), impartió desde marzo hasta junio del presente año (2014), la instrucción correspondiente a los cursos presenciales,los días sábados, de Asistente de Biblioteca y Técnico de Biblioteca (Área de Procesos Técnicos: Catalogación y Clasificación), con la asistencia del encargado de la Biblioteca Manuela Sáenz, del Departamento de Investigaciones Históricas y Semiológicas del Ejército Bolivariano, César Ramos, además del personal de otras instituciones a nivel Nacional, tales como, Universidad Central de Venezuela, Universidad Experimental Simón Rodriguez, Fe y Alegría y Ministerio del Poder Popular para la Educación, entre otros. 
José Luis Ramos, nació en la Mariana ciudad de Caracas en 1783 (¿1790?). Filólogo (Filología: Ciencia que estudia una cultura tal como se manifiesta en su lengua y en su literatura, principalmente a través de los textos escritos.), crítico literario y periodista. Fue compañero de estudios de Simón Bolívar y los hermanos Montilla, en la escuela de primeras letras del maestro Simón Rodríguez. Cursó estudios en la Real y Pontificia Universidad de Caracas, hoy Universidad Central de Venezuela. Ejerció como Oficial primero de la Gobernación de Guayana, Edo. Bolívar, (1805-1810). Para junio de 1811, en Caracas, recibió el nombramiento de oficial en la Secretaría del Congreso y en 1812 era vicesecretario del mismo cuerpo legislativo, cargo que desempeñó hasta agosto de aquel año. Desde el 7 de agosto de 1813 hasta junio de 1814, fue oficial primero de la Secretaría de Hacienda y Relaciones Exteriores. Paralelo a toda esta actividad administrativa, realizó labores de índole educativa.

Al perderse la Segunda República (1814), José Luis Ramos se residenció en la isla de Saint Thomas, donde permaneció hasta el 14 de agosto de 1819, cuando viajó a la ciudad de Angostura, hoy Ciudad Bolívar, Edo. Bolívar. Allí ejerció el cargo como Secretario privado del neogranadino Francisco Antonio Zea; además de Secretario del Consejo de Administración de la Guerra; Oficial Primero de la Secretaría del Interior y de Guerra. Un año más tarde, fue redactor del Correo del Orinoco hasta 1821; Secretario de la Vicepresidencia de Venezuela (1820-1822). En noviembre de 1821, realizó funciones como redactor de la Gaceta de Caracas y luego del Iris de Venezuela, hasta finales de 1822. Desde ese año hasta 1825, fue Secretario de la Intendencia de Venezuela. Dos años después, desempeñó el cargo de Tesorero-Administrador de la Aduana de Coro y Secretario de la Dirección del Tabaco, desde agosto de ese año hasta agosto de 1831, cuando el Jefe Superior de Venezuela lo nombró oficial mayor de la Secretaría de Hacienda y Relaciones Exteriores. Ramos ejerció como examinador en colegios, censor de teatro, juez de imprenta y crítico literario; la historiografía recoge parte de su labor en los pocos documentos existentes, Juicio del señor J. L. Ramos acerca de dos composiciones del señor J. H. García, en Revista Literaria, Caracas, 23 de octubre de 1830; Observaciones sobre la poética de Martínez de la Rosa, en La Olivia, 1° de enero de 1836; y Disertación acerca del verso endecasílabo castellano, en Revista Literaria, Caracas, 3 de julio de 1842 .

El 1º de marzo de 1840, fue nombrado examinador de los candidatos a las cátedras de Literatura y de Gramática Castellana de la Universidad Central de Venezuela. Ejerció el cargo de Oficial Mayor de Hacienda y Relaciones Exteriores, hasta 1841 cuando renunció. Por sus amplios conocimientos, dominaba más de diez idiomas, sánscrito, griego, hebreo, latín, francés, alemán, inglés, italiano, portugués y algunos dialectos de la India; la historia le atribuye haber sido el fundador del periodismo literario en Venezuela.

Ramos aconsejó leer con suma reflexión poetas griegos, romanos y españoles; traducir pasajes o composiciones en su totalidad y estudiar la mitología, puesto que la imaginación sin el uso de lenguaje de los antiguos mitos estaba incompleta. Para él la fábula era una galería de pinturas.

La llama incandescente de su pluma fue puesta a los pies de Hades, dios de los muertos, en Maiquetía, Edo. Vargas, el 5 de julio de 1849. Sus restos reposan en el Panteón Nacional, en Caracas, desde el 16 de agosto de 1889, su pensamiento se mantiene vivo en cada alumno graduado y cada actividad cultural realizada desde el Liceo y la Biblioteca que llevan su nombre. Breves líneas para un condiscípulo de Simón Bolívar.


 
LIC. SONIA VERENZUELA

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martes, 17 de junio de 2014

El Ejército venezolano: heredero legitimo de una tradición gloriosa. por F.A.C


Producto de el acto de inventariar  en la Biblioteca Manuela Sáenz tropecé con un compendio de anuarios, en su pag 54 halle una casualidad de discurso escrito que pongo a la disposición de nuestros lectores para que juzguen con el ojo de la historia si los soldados de ayer, los de Carabobo, son los mismos de hoy y los mismos de siempre.   
El Ejército venezolano: Heredero legitimo de una tradición gloriosa

Hay realizaciones en la historia de las naciones que merecen ser anotadas con letras de oro en el libro de la vida; la carga de una Guardia Francesa por sobre una fosa rellena con cuerpos de compañeros con empeño suicida  de recuperar un combate perdido en Waterloo. El arrogante epitafio de las Termópilas; “Ciudadano que pasas anda a decirle a Esparta que aquí yacemos por obedecer sus leyes”. La negativa llena de orgullo del Jefe galo vencido de adorar el Aguila Romana.
En nuestra historia patria tenemos ejemplos no menos merecedores: La impasible carga de la Legión Británica movida por la voz de Farriar, hasta verse reducida al mínimo, siempre avanzando. El comentario que la leyenda pone en boca de Negro Primero antes del combate; “ Aquí nos sembraremos compañeros, aquí nos sembraremos y que nazca una patria como un sueño”.

Un pueblo que unido se lanza buscar libertad como valor supremo a conciencia de que en el empeño le va la vida es murmullo aterrador al oído de la infamia, la opresión y la injusticia que debe hacerse vinculo de unión, motivo de inspiración constante para los más nobles quehaceres de este pueblo.

Para tener conocimiento de la amplia identificación existente entre nuestro ciudadano común, el venezolano corriente, y el soldado que hay más que volver los ojos a nuestro pasado.

Desde el inicio de nuestra gesta emancipadora quienes integraron los Ejércitos Libertadores eran de extracción eminentemente popular.

Las mismas condiciones que caracterizaron el movimiento contra España fueron los que determinaron la integración de las huestes patrióticas; fueron los negros, los mestizos, los indios quienes sintieron con mayor fuerza el yugo de la conquista y la colonia.

La historia nos narra la composición de los primeros Ejércitos Venezolanos; en las partes que inicialmente eran enviados al rey se notaba el menosprecio que sentían generales del bando realista por los nuestros; soldados  descalzos, llaneros con el torso desnudo, el estribo entre los dedos de los pies, rienda entre los dientes y lanza en ambas manos; “Bandoleros mandados por Bolívar”.
Aun así nuestro pueblo escribió la epopeya más grande que puede conocer la historia de las naciones, siguiendo los genios Guerreros de la independencia, que supieron encender y mantener viva en ellos la llama del amor a la patria, y de lucha por los más nobles propósitos de libertad. Nuestro ejército desbordo los límites  de la nación llevando sus sentimientos, su lucha a pueblos hermanos del continente.

Posteriormente, los mismos hechos obligaron a los Comandantes realistas a cambiar su menosprecio por respetuoso temor, los calificativos despectivos con que inicialmente hicieron referencia nuestros soldados y sus jefes se tornaron en los estilados de la época a quienes combatía de tú a tú. Tal puede fácilmente desprenderse en los partes de La Torre y de otros jefes.  

En nuestras guerras internas se repiten las escenas heroicas; el honor del soldado. Su espíritu de gigantesco pero doloroso en guerras fratricidas “La Guerra federal”  y toda una serie de  de acciones no menos sangrientas nunca exentas de heroísmo pero por su objeto su fin, muchas veces escritas a vuelo de pájaro en las páginas de nuestra historia gloriosa

Tampoco en el presente ha variado la dirección de la fuerza que nutre nuestro Ejército; sigue siendo el pueblo  en su más pura expresión la vertiente donde toma vida. No podría ser mas diciente la letra de nuestro himno “Nuestra Savia es la Sangre del Pueblo, pueblo que es campesino de Chachopo o de Jají que es Guagino Cerrero o granujilla de Barrio. Siempre con la misma capacidad de entrega, la misma nobleza susceptible de cambiar sus herramientas de trabajo por las armas presto a seguir a un jefe hasta la muerte, a sentir en los más profundo de sus huesos una trompeta llamando a combate o el redoble del tambor guerrero.

Nuestro pueblo  tiene fibra profunda de soldado.

Conociendo lo anterior no hay tarea imposible con una disciplina militar, método, vigilancia y labor constante de transformar en soldado autentico el recluta que es enviado trimestralmente es enviado a nuestros cuárteles.

Existe muy generalmente un criterio erróneo que nuestro ejército es una especie de cárcel correctiva lo que llamaría el Quijote “enderezador de entuertos”, nada más erróneo ya que la laboriosa  formación de un combatiente de nuestros días con todos los factores que esto incluye se  ve  gravemente  afectada por individuos  con tendencias, costumbres o conductas erróneas, producto de irresponsabilidad paterna o mala formación de hogar.

La formación del combatiente venezolano se ajusta a una escala de valores, para muchos olvidadas el bien PATRIA y LA VIRTUD y  SACRIFICIO colocados en el más alto nivel dentro de esta escala. Se trata de disciplinarlo, de crear en el soldado el sentido de pertenencia, de solidaridad  dentro de una agrupación y preparación adecuada para el cumplimiento de su misión en la guerra.

Hoy, a ciento cincuenta y nueve años de la batalla que nos libro del yugo español, Nuestro soldado aunque mejor preparado, mas equipado, sigue siendo el pueblo hecho soldado, que rindió su tributo de sangre en aquella jornada memorable. La sabia frase de Bolívar: “El Ejercito es el pueblo en Armas”…Parece tener resonancia con ecos de eternidad.    

 TTE (EJ.) FRANCISCO ARIAS CARDENAS.

Pag54.
C:A:R:O transcripción 2014