En la oportuna realidad de revisar a la apología
como vocablo, encontramos en la Enciclopedia Universal ilustrada Europeo
Americana Espasa-Calpe, editada en Madrid, Barcelona en 1976; que tiene una
raíz etimológica griega de apó, por medio de y logos,
discurso.
Definida así
y con la intención de elaborar un
discurso escrito por medio de la cual se defienda a la esperanza, tenemos esta
como la confianza de lograr una cosa (en
el caso que nos ocupa la defensa de la Nación).
Dicha confianza queda establecida en la
Constitución Nacional, dentro de las disposiciones generales, donde para la
existencia de la Seguridad de la Nación en su
artículo 322 consagra que la defensa de la nación: “…es responsabilidad de los venezolanos y venezolanas; también de las
personas naturales y jurídicas, tanto de derecho público como de derecho
privado, que se encuentren en el espacio geográfico nacional”. En conclusión
la defensa de la nación es responsabilidad de todos, es decir, la certeza y obligación de la defensa de
la patria ya existe como responsabilidad que incita a cometer actos dentro de
la ley, con la norma suprema como fundamento. La apología como explicación para la defensa de
la nación nos permite procurar el bien común de manera desinteresada, en la
obligación constitucional de defender la Nación.
Amén de definiciones más esbozadas como la
contenida en la ley Orgánica de Seguridad de la Nación (1) que en
su artículo 03, concerniente a la Defensa Integral de la Nación hace mención del
conjunto de sistemas, métodos, medidas y
acciones de defensa, cualesquiera sean su naturaleza e intensidad, que en
forma activa formule, coordine y ejecute el estado con la participación de
todos con el objeto de salvaguardar la
independencia, la libertad la democracia, la soberanía, la integridad territorial
y el desarrollo integral de la nación.
Recordar que esta apología fue construida en
contraste y en lo oportuno de la realidad en donde preventivamente es menester
evitar: “que si cada individuo se deja abalanzar a la desesperanza tendremos
una sociedad humillada y falta de virtudes e incapaz de resolver sus problemas”.
Por lo que la probable consigna para el
hombre del Ejército ha de ser: “en tiempo de paz disciplina, en tiempos de ahora, concretar el “espíritu de las tropas”.
Todo esto por si la amenaza viene, somos valientes por naturaleza y esa es nuestra defensa, que como concepto histórico esgrimimos vinculada al discurso de Mario Briceño
Iragorry quien en sus palabras pronunciadas en el Nuevo Circo de Caracas el 26
de noviembre de 1952 dijo lo siguiente “… Frente a la realidad de este
cuadro de dolor, yo he insistido en la necesidad impostergable de hacer sentir
al venezolano que su misión es más que la de vender petróleo y hierro, para
absorber después enlatados extranjeros. Le he recordado que ayer contrajimos un
serio compromiso con la historia y con América. Fuimos los paladines de la libertad y de la autonomía del mundo
hispanoamericano. Crimen sin nombre sería desertar aquella altiva posición y
dar espaldas a la libertad, para gozarnos en el amaño de la nueva esclavitud…”
Ese compromiso aun hoy ha de cumplirse
mandado por la constitución en la responsabilidad de la defensa de la nación,
bien sugiriendo “pasar de la danza de esperar” al ejercicio de “crear
condiciones concretas”, así sean muy mínimas para resolver.
En conclusión sugiero que “bajo la Concordia
combatir los males” fiel al cumplimiento del juramento que en tiempos difíciles
nos conmina a emplazar misión, arma y lugar para el combate permanente que significa la defensa de la nación por parte de
cada habitante de este suelo.
1.
Gaceta Oficial 37.594 de fecha 18 de diciembre de 2012